Tuesday, September 07, 2010



per mi és un dels grans, un dels mestres. repetit fins a la sacietat. i ho és per paraules com aquestes. recomano abandonar el clixé, oblidar el personatge mediàtic, consumir el vici de la nicotina aquells que el mantinguin i gaudir de la lectura. res més. és bellesa i grandiloqüència justificada.



No puedo vivir sin ellas

"Es como el jugo de un limón. Es ese tipo de sensación, agradable y amarga a la vez. Es como tirarse al mar en la punta más al norte donde tus amigos con posibles tienen casa de veraneo, allí donde sabes que la piel reaccionará al frío y que tras el impacto inicial todo el cuerpo se reconfortará en un placer infinito. Es todo eso a la vez. Las mismas imágenes que parecen estar agazapadas en la memoria, para de manera traicionera aparecer de nuevo, a la orden caprichosa de un resorte que conoces bien y todavía hoy no deja de sorprenderte. Es único, intransferible, personal, individual, masculino (en mi caso) y sobre todo muy egoísta. Es el encontronazo perfecto con algo que habías soñado siempre y que de repente aparece en medio de tu cabeza allí donde el limón de antes presentado en bebida veraniega con hielo picado duele. Nunca he podido disociar el balance perfecto de esa combinación. Las hay para llorar, para romper de un ladrillazo certero un escaparate, las hay para abrazar a un desconocido en medio de la calle compartiendo euforia. Tienen mucho de momento a lo Stendhal y unas altas dosis de patetismo si son observadas desde el lado más insensible de los que no comparten contigo nada de eso. Han llegado a tener en mí olores densos, transmitidos por aires de siempre desde el norte hasta erizarme todo el espinazo. Tienen gustos fuertes, como bilis después de caer desesperado en la acera sin reparar en cristal roto y cerveza derramada. Y no puedo vivir sin ellas. Es necesidad, es costumbre, amor desmesurado. Sé que muchos posiblemente habrán escrito sobre ello antes, mejor incluso, que muchos lo harán después. Somos resistencia ante el desaliento total de la masa que parece consumir sedantes que les inmunizan a ningún tipo de emoción, y seguimos dependiendo mucho de ellas. La última vez que una canción me hizo esto (ya se temían que hablaba de ellas, ¿verdad?) fue junto a las paredes del Museo Dalí, sobre las tablas de un escenario destartalado donde La Brigada ofrecía lección de dandismo puro ante seguidores, curiosos y varios turistas franceses con terrible combinación de sandalias y calcetines fuera de estación. No me pregunten qué hacía allí, solo sé que estaba y que Pere se acercó al micro en ese gesto típico de dar las gracias. Dar las gracias y anunciar el estreno de una canción. Desde el primer arpegio lo supe, El futur de l’art era uno de esos momentos, estaba allí, lo iba a vivir y dejé mi cuerpo acomodado al suelo. Preparado para el impacto. Con la métrica perfecta, con el minutaje exacto, con la belleza que demandaba el momento y ¡¡¡encima con trompetas!!! Y las palabras justas, perfiladas con emoción casi de espejo desde el otro lado rubricando el momento. Y grité, muy fuerte, como un lobo, como el aullido mío. Grité acid. Levantado el puño. El chico que gritaba acid era yo."

Miqui Puig

Pág. 8, suplemento TENDèNCIES (El Mundo), jueves 2 de septiembre de 2010

àudio: la brigada: el futur de l'art

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